sábado, 29 de septiembre de 2007

Ala de colibrí...

Ayer les decía que seguramente el enojo se me pasaba en unas horas... ya se me pasó!

Cuando se tienen kilómetros de por medio con la gente que se quiere el mundo adquiere dimensiones diferentes. Una llamada de diez minutos se siente como una de tres horas, aunque el tiempo parezca resumirse en un par de segundos; un e-mail de dos páginas tiene el contenido de un libro de 500; una palabra cariñosa de mensajito de texto llena más que varias horas de televisión compartida o de mates en una tarde.
Pero también funciona la inversa. Si dedico diez minutos, dos páginas y una palabra cariñosa me siento un poco renga, coartada en mis propias intenciones.
Mis amigos, mi familia, el que creía mi lugar -empotrado en medio de la humedad- me sabe a distancias que se están petrificando en fotos que pego en la pared. La distancia, la lejanía, sé que es relativa y no puede definirse por el cruce del estrecho y el resto del país, pero a veces extraño mi presencia allá jugando con Fede, o mirando la laguna o escuchando alguno de los músicos, o comiendo un rico asado con todos.
La vida nos da y nos quita… dicen por ahí que es la ley de la compensación. ¿Cómo se mide o dónde está el límite de lo que estamos dispuestos a dar según lo que recibimos?
Entonces, como colibrí abro las alas y exijo que me dejen volar, que paren de decirme que me conviene hacer. Abro los brazos y dejo que la vida me hable, estoy segura de que por algo me trajo hasta acá y siempre encuentra formas de sorprenderme… confíen! es normal extrañar! y no me reten por el post de ayer que saben que tengo razón, a veces se les va la mano... y yo igual los quiero tanto!

1 comentario:

Unknown dijo...

SE TE QUIERE NENA! y como no podemos tenerte cerca, es obvio que opinamos y critiquemos la locura de que estes tan lejos... aparte el discutir o pelearnos con vos tmabién se extraña!! ya no hay nadie con quien disputarse la última palabra!!!juas! Ganaste!!!