viernes, 26 de octubre de 2007

y sin embargo...

La verdadera explicación sencillamente no se puede explicar. Julio Cortázar

Y entonces sonó el teléfono y a pesar de las nubes del sueño
que no había terminado y aún seguían sobre la banqueta de al lado de la cama,
el brazo se me movió en un reflejo de lo que el subconsciente había
estado esperando por meses.
Una llamada tan inesperada como esperada.
Y las palpitaciones del corazón no podían competir con los cientos
de pensamientos fugaces que cruzaron mi cabeza en aquellos
cinco segundos que tarde en contestar.
El resto de lo sucedido se concretó en una conversación extraña
pero agradable. “ni tan arrepentida ni encantada, de haberte conocido, lo confieso”
Impasible como impulsiva. Real e inventada.
Después de todo, octubre y sus noches son tan oscuras como ciertas,
y los misterios del corazón a veces toman de la mano a la razón.

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